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SINOPSIS

Se describe un vistazo general del núcleo del contenido del tratado.

Introducción

Se presenta una definición general de la dialéctica erística, el orígen, los tópicos de Aristóteles, esclarecimiento del nicho que ocupa la Dialéctica Erística, su uso/utilidad/función.

Base de toda dialéctica

Se menciona la estructura/componentes/clases de discusión; los dos modos y vías de refutación, los modos (ad rem y ad hominem) y las vías (refutación directa e indirecta), los tipos de refutaciones indirectas (apagoge e instancia); se da un vistazo general a este andamiaje/osteología de toda discusión.

Estratagema 1: La amplificación exagera una afirmación llevándola más allá de los límites en que es lanzada/existe y tiene validez, pero que si éstos son trasngredidos pierde validez.

Estratagema 2: La homonimia se vale de palabras/términos homónimos para confundir/mezclar significados.

Estratagema 3: Tomar la afirmación formulada en modo relativo como si hubiera sido en general.

Estratagema 4: Saber ocultar/encubrir/cifrar la conclusión.

Estratagema 5: Usar las premisas que convengan y que persuadan al adversario sin importar su validez.

Estratagema 6: Cuatro formas de postular una petición de principio como válida.

Estratagema 7: Interrogar al adversario para de ahí deducir la verdad de nuestra afirmación.

Estratagema 8: Irritar/Encolerizar al adversario.

Estratagema 9: Plantear preguntas/premisas/afirmaciones/tesis en desorden.

Estratagema 10: Preguntar astutamente para obtener las respuestas requeridas.

Estratagema 11: Si se tienen casos/premisas admitidos, no mostrar explícitamente la conclusión, sino hacerla parecer como algo ya establecido y admitido previamente, que se revele como algo obvio y natural.

Estratagema 12: El nombre o palabra que se usa para designar algo es relevante y depende del punto de vista, puede haber designaciones despectivas o caritativas, etc.

Estratagema 13: Aparentemente plantear alternativas para escoger/decidir, pero hacer parecer una mejor/peor o con otras características que la otra.

Estratagema 14: Probar a intentar presentar descaradamente la conclusión, así el adversario no haya stado favoreciendo las premisas.

Estratagema 15: En un momento de conclusión antigua se puede valer de alguna otra tesis, presentarla, y dependiendo de la reacción darle su respectivo tratamiento, a esta tesis auxiliar, y a la conclusión original.

Estratagema 16: Argumenta ad hominem ó ex concessis es mezclar la afirmación con cosas/asuntos personales, o de actitudes, o creencias propios.

Estratagema 17: Remitir a diferencias/observaciones no tenidos en cuenta antes, con el objetivo de evadir una refutación.

Estratagema 18: El mutatio controversiae es desviar el tema para evitar que el adversario triunfe.

Estratagema 19: Si al solicitar atacar un punto de la afirmación no hay nada adecuado, se generaliza la cuestión y se refuta de alguna forma.

Estratagema 20: Aprovechar de deducir inmediatamente la conclusión cuando se obtenga el favor/concesión del adversario.

Estratagema 21: Atacar con el ad hominem/ex concessis cuando el adversario presenta una premisa meramente aparente/sofística.

Estratagema 22: Usar una petitio principi cuando el adversario haya requerido que se admita algo.

Estratagema 23: Contradecir y discordiar causan la exageración de la tesis, que quedará invalidada al hallarse fuera de sus límites.

Estratagema 24: El uso abusivo de la deducción se utiliza para derivar conclusiones falsas de las premisas del adversario.

Estratagema 25: Se habla de la instancia y de cosas a tener en cuenta en el uso de las instancias.

Estratagema 26: Cuando un argumento que el adversario iba a usar en su defensa queda convertido y expresado de tal modo que puede ser usado en su contra.

Estratagema 27: Insistir en donde se perciba una vulnerabilidad.

Estratagema 28: El argumento ad auditorem es favorecerse de la ignorancia del público y ganarse su favor aún cuando el adversario es docto.

Estratagema 29: La diversión disimulada o descarada se ejecuta para huir de una derrota.

Estratagema 30: El argumento ad verecundiam, argumento al respeto, consiste en la evocación de autoridades para respaldar premisas y causar efectos en el adversario, con el vulgo/plebe es de común aceptancia la opinión universal como autoridad, se habla de la opinión universal.

Estratagema 31: Cuando se cuenta con estima del auditorio se puede declarar incompetencia para insinuar absurdo o incomprensión.

Estratagema 32: Categorizar/Clasificar una afirmación en alguna categoría aborrecible.

Estratagema 33: Se conceden las razones, pero se niegan las consecuencias.

Estratagema 34: Insistir en una posible vulnerabilidad detectada.

Estratagema 35: El argumentum ab utiliti (argumento desde la utilidad) habla de influir en vez de con razones por medio de motivos, porque la voluntad es mucho más valiosa que el juicio y la persuasión.

Estratagema 36: Expresarse grandilocuentemente en pos de hacer parecer la afirmación como verdadera/válida.

Estratagema 37: Aprovechar un error o prueba/afirmación/premisa inadecuada para refutar todo el asunto.

Estratagema final: Al enfrentar argumentum ad personam (diferente de argumento ad hominem) hay básicamente dos vías: responder diplomáticamente con sangre fría y tranquilamente, ó solamente discutir con adversarios idóneos.

Pliegos anexos

Se habla de los términos lógica y dialéctica; historia, usos, distinciones, explicaciones, objetivo de estudio, características.

Sobre la controversia

Se define controversia/discusión (polémica), las condiciones necesarias para una discusión, citas y referencias a trabajos anteriores, andamiaje-esqueleto de toda controversia, analogía con la esgrima, el afán de defender la verdad así sea difícil, el efecto del fenómeno que es la incertidumbre de la verdad y la deficiencia del intelecto humano, el entorpecimiento/cerrazón cediendo a la maldad de la naturaleza humana, finalmente se hace invocación al genio particular de cada uno y que luego no haya verguenza.

CITAS

La obra contiene una serie de apuntes en los que Schopenhauer recopiló treinta y ocho Kunstgriffe —”estratagemas”, “ardides” o “trucos” dialécticos—, argumentaciones desleales y engañosas utilizadas en las discusiones cuando uno de los contrincantes desea que prevalezcan sus tesis u opiniones propias sobre las del adversario, aun sabiendo que éstas son absurdas o plausibles o que no lleva razón alguna en el asunto a discutir.

«la dialéctica erística es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente — por fas y nefas».

La dialéctica erística1 es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente —por fas y por nefas2.

A saber, cuando el adversario refuta mi prueba y esto sirve como refutación misma de mi afirmación, la cual hubiese podido ser defendida de otro modo.

la verdad objetiva de una tesis y su validez en la aprobación de los contrincantes y los oyentes son dos cosas distintas. (Hacia lo último se dirige la dialéctica.)

¿Cuál es el origen de esto? La maldad natural del género humano. Si no fuese así, si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro; eso sería indiferente o en cualquier caso, algo muy secundario. Pero ahora es lo principal. La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario. Tras esto, cada cual no tendría otra cosa que hacer más que esforzase por juzgar rectamente, para lo que primero tendría que pensar y luego hablar. Pero junto a la vanidad natural también se hermanan, en la mayor parte de los seres humanos, la charlatanería y la innata improbidad. Hablan antes de haber pensado y aun cuando en su fuero interno se dan cuenta de que su afirmación es falsa y que no tienen razón, debe parecer, sin embargo, como si fuese lo contrario. El interés por la verdad, que por lo general muy bien pudo ser el único motivo al formular la supuesta tesis verdadera, se inclina ahora del todo al interés de la vanidad: lo verdadero debe parecer falso y lo falso verdadero.

nuestra prueba era falsa, pero podía haber habido una adecuada para defender nuestra afirmación: el argumento salvador no se nos ocurrió a tiempo.

creemos que su propia corrección no es más que ilusoria y que durante el curso de la discusión se nos ocurrirá otro argumento con el que podremos oponernos a aquél, o incluso alguna otra manera de probar nuestra verdad. De ahí que casi nos veamos obligados a actuar con improbidad en las disputas o, cuando menos, tentados a ello con gran facilidad. De esta forma se amparan mutuamente la debilidad de nuestro entendimiento y la versatilidad de nuestra voluntad. Esto ocasiona que, por regla general, quien discute no luche por amor de la verdad, sino por su tesis como pro ara et focis [por el altar y el hogar] y por fas o por nefas puesto que como ya se ha mostrado, no puede hacerlo de otro modo.

Lo habitual será, pues, que todos quieran que sea su afirmación la que prevalezca sobre las otras, aunque momentáneamente llegue incluso a parecerles falsa o dudosa”3. Los medios para conseguirlo son, en buena medida, los que a cada uno le proporciona su propia astucia y malignidad; se adiestran en la experiencia cotidiana de la discusión. En efecto, así como todo el mundo tiene su propia dialéctica natural, también tiene su propia lógica innata. Sólo la primera, no le conducirá ni tan lejos ni con tanta seguridad como la segunda.

Una persona no muestra corrientemente carencia de lógica natural; en cambio, sí falta de dialéctica.

Quien queda como vencedor de una discusión tiene que agradecérselo por lo general, no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesis como a la astucia y habilidad con que la defendió. En éste, como en todos los casos, lo innato es lo mejor4 no obstante, tanto el ejercicio como la reflexión sobre las maniobras con las que puede vencerse al adversario, o las que éste utiliza con más frecuencia para rebatir, aportarán mucho para l egar a ser maestro en este arte. Si bien la lógica no puede tener provecho práctico alguno, sí puede tenerlo la dialéctica.

La lógica se ocupa de la mera forma de las proposiciones, la dialéctica de su contenido o materia, de su valor intrínseco;

“las proposiciones se consideran filosóficamente según la verdad y dialécticamente teniendo en cuenta la credibilidad o el aplauso que obtienen en la opinión de los otros” ( Tópicos 1, 12). Es consciente de la diferencia y disyunción de la verdad objetiva de una proposición y del hecho de hacerla valer o de obtener su aprobación, pero no lo hace con la suficiente sutileza como para asignar este último fin a la dialéctica5.

Su procedimiento es el siguiente: Toda discusión tiene una tesis o un problema (éstos difieren simplemente en la forma) y luego, axiomas que deben servir para resolverlo. Se trata siempre de la relación de unos conceptos con otros. Estas relaciones son, inicialmente, cuatro. De un concepto se busca, o 1) su definición, o 2) su género, o 3) su característica particular, su marca esencial, proprium, o 4) su accidens, es decir, una cualidad cualquiera, sin importar si es peculiar y exclusiva o no; brevemente, un predicado.

Ésta es la base de toda la dialéctica.

El topos no es, pues, algo puramente material; no se refiere a un objeto o a un concepto determinado, sino siempre a una relación de clases enteras de conceptos que puede ser común a un número indeterminado de ellos, en cuanto que éstos sean considerados en sus relaciones recíprocas, bajo uno de los mencionados cuatro casos que se dan en toda discusión. Estos cuatro casos tienen, de nuevo, clases subordinadas.

En torno a una de estas relaciones debe girar toda discusión.

Esto es, cuando no le conviene alguna especie, tampoco lo hace el genus; éste es el tópos”

Uno de sus peores escritos.

como el arte de tener razón

La dialéctica como tal debe enseñar únicamente cómo podemos defendernos contra ataques de cualquier tipo, especialmente contra los desleales y, evidentemente, cómo podemos atacar lo que el otro expone sin contradecirnos y, lo más importante, sin que seamos refutados. Hay que distinguir claramente la búsqueda de la verdad objetiva del arte de hacer que lo que se ha enunciado pase por verdadero;

Se la ha definido como la lógica de la apariencia: falso; pues de ser así, se utilizaría para defender sólo enunciados falsos; pero incluso cuando alguien tiene la razón de su parte necesita la dialéctica para defenderla; además deben conocerse los golpes desleales para poder encajarlos y, a veces, cuando sea necesario, utilizarlos también para agredir al oponente con las mismas armas. Por eso, en la dialéctica hay que dejar a un lado la verdad objetiva, o considerarla como algo accidental; y, simplemente, no ocuparse más que de cómo defender las afirmaciones propias y cómo invalidar las del otro. En lo que a estas reglas se refiere, es permisible no tener en cuenta la verdad objetiva porque en la mayoría de los casos se desconoce su paradero[8]. Con frecuencia, uno mismo no sabe si tiene razón o no, a veces cree tenerla y se equivoca, otras lo creen ambas partes, puesto que veritas est in puteo [La verdad está en lo profundo], Demócrito.

Atacar y parar es lo único que cuenta, como en la dialéctica, que es una esgrima intelectual.

y, en cambio, si nuestro objeto es mostrar la validez de proposiciones falsas, no tendremos más que pura y simple sofistica.

esgrima intelectual para tener razón en las discusiones.

Por lo tanto, en este sentido, la dialéctica debe ser simplemente una recapitulación y exposición sistematizada y reglamentada de aquellas técnicas dadas por la naturaleza, de las que se sirve la mayoría de la gente para tener tazón cuando durante una disputa advierten que no la llevan de su parte.

Desde nuestro punto de vista, la tarea principal de la dialéctica científica es la de formular y analizar las estratagemas desleales utilizadas en la discusión, con el fin de que en los debates verdaderos se las reconozca de inmediato y se las destruya.

por lo tanto, éste es todavía un campo sin cultivar. Para alcanzar el fin propuesto debería acudirse al manantial de la experiencia,

reducirlos a sus principios generales para poder formular desde el os las estratagemas desleales utilizadas en la discusión con el fin de que en los debates verdaderos se las reconozca de inmediato y se las destruya. De ahí que, en su planteamiento ésta debe asumir que su propósito final va dirigido al hecho de tener razón, y no al esclarecimiento de la verdad objetiva.

por lo tanto, éste es todavía un campo sin cultivar.

con la verdad objetiva, o con otras manifestaciones o concesiones admitidas por el oponente, es decir, con la verdad subjetiva;

La directa ataca la tesis en sus fundamentos, la indirecta en sus consecuencia;. La directa muestra que la tesis no es verdadera, la indirecta que no puede ser verdad.

Éste es el andamiaje, el esqueleto de toda discusión; aquí tenemos su osteología. A ella hay que reducir el fundamento de cualquier disputa. Pero todo esto puede suceder real o solo aparentemente, con razones buenas o malas;

Por cierto, en toda discusión o argumentación en general hay que estar de acuerdo sobre algo desde lo cual, a modo de principio, podamos juzgar el asunto en cuestión: Contra negantem principia non est disputandum [Con quien niega los principios no puede discutirse).

tomándola en su sentido más amplio y exagerándola. La propia afirmación, en cambio, se especifica cuanto se puede reduciéndola a su sentido más nimio, a sus límites más estrechos, pues cuanto más general sea una afirmación, a más ataques estará expuesta.

Sinónimas son dos palabras para e l mismo concepto; homónimos dos conceptos designados mediante la misma palabra

Aquí se nota enseguida que hay cuatro termini: lumen en sentido propio, y lumen entendido metafóricamente.

Para fundamentar esto aduzco que el verdadero honor no puede ser manchado por lo que uno sufra, sino únicamente por aquello que uno haga; pues a cualquiera puede tocarle en suerte sufrir de todo. -

Aquí tenemos, pues, la mezcla de dos cosas esencialmente distintas favorecida por la homonimia de la palabra honor y, además, también una mutatio controversias (cambio del asunto principal de la controversia) ocasionada asimismo por la homonimia.

Tomar la afirmación[13] que ha sido formulada en modo relativo, relative, como si lo hubiera sido en general, simpliciter, absolute, o por lo menos, entenderla bajo otro aspecto muy distinto al de su verdadera intención para seguidamente refutarla según este último.

No admitir premisas verdaderas porque se prevé su consecuencia.

Cuando se quiere llegar a una conclusión, no hay que dejar que ésta se prevea, sino procurar que el adversario admita las premisas una a una y dispersas sin que se dé cuenta durante el transcurso del diálogo; de lo contrario, lo impedirá con todos los medios a su alcance.

Pueden usarse premisas falsas para demostrar la propia tesis cuando el adversario no admita las verdaderas, es decir, o por. que no reconozca su verdad, o porque ve que de el as se seguiría como conclusión inmediata nuestra tesis.

pues lo verdadero puede seguirse también de premisas falsas, si bien nunca de verdaderas lo falso.

puesto que hay que tratar con él, debe utilizarse su propia forma de pensar.

Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno, incomodándole y, en general, comportándose con insolencia.

No establecer las preguntas en el orden requerido por la conclusión a la que se desea llegar con ellas, sino desordenadamente; el adversario no sabrá a dónde queremos ir a parar y no estará preparado para prevenir la conclusión; además, dependiendo de como vayan resultando sus respuestas, éstas podrán utilizarse para extraer conclusiones diversas, incluso contradictorias.

Si hacemos una inducción y el adversario admite como válidos los casos particulares mediante los que se prueba, no debemos preguntarle si también admitirá la verdad general que puede concluirse de aquel os, sino que debemos introducirla a continuación como si se tratase de algo ya establecido y admitido anteriormente; porque puede ser que así lo crea, y también los presentes tendrán la misma impresión, pues se acordarán de las muchas preguntas hechas sobre los casos particulares, que de alguna manera habrían tenido que conducir a tal conclusión.

Si la conversación versa sobre un concepto general que carece de nombre propio y tiene que designarse trópicamente mediante una similitud, enseguida hemos de elegir nosotros el símil, de manera tal que sea lo más ventajoso posible para nuestra afirmación.

por ejemplo, si el adversario ha propuesto un cambio, se le llamará innovación, pues se trata de una palabra aborrecida.

damos ya por supuesto aquel o que queremos probar y que luego derivamos mediante un simple juicio analítico.

Entre todas las estratagemas ésta es instintivamente la que más se usa.

Para lograr que el adversario admita una tesis debemos presentarle su opuesta y darle a0 elegir una de las dos, pero teniendo la desfachatez de proclamar el contraste de forma estridente, de modo que, para no ser paradójico, tenga que decidirse por nuestra tesis que parecerá muy probable en comparación con la otra.

cuando el adversario ha respondido a varias preguntas sin favorecer la conclusión que teníamos pensada, se enuncia y se exclama ésta triunfalmente como si ya estuviera demostrada, aun sabiendo que no se sigue de las respuestas dadas por el adversario. si éste es tímido o tonto, y nosotros poseemos el suficiente descaro y una buena voz, puede salir bien la jugada.

O utilizamos aquí la estrategia precedente y aseguramos que con eso ha quedado demostrada nuestra paradoja. Para esto hace falta una insolencia extrema que, si bien la proporciona la experiencia, también hay gente que la pone en práctica instintivamente.

Argumenta ad hominem o ex concessis. Con respecto a una afirmación del adversario, tenemos que buscar si de alguna manera no estará en contradicción -en caso necesario, por lo menos en apariencia- con alguna otra cosa que él haya dicho o admitido previamente, o con los principios de una escuela o secta que él haya alabado o aprobado; también con hechos de quienes pertenecen a tal secta, o con los de miembros falsos o supuestos, o con su propia conducta.

Si el adversario nos amenaza con una refutación, a menudo podremos salvarnos mediante una sutil diferencia en la que antes no habíamos reparado,

Si notamos que el adversario comienza una argumentación con la que va a derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que impedirle a toda costa que la concluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la discusión al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al paso con una mutatio controversiae [cambio del tema de la discusión[15].

Si el adversario nos solicita explícitamente alegar algo en contra de algún punto concreto de su afirmación pero no tenemos nada adecuado, tomamos el asunto de manera general y argumentamos así en su contra.

Cuando hayamos obtenido del adversario la concesión de una premisa que requeríamos, tenemos que deducir la conclusión deseada no con más preguntas, sino concluyéndola inmediatamente nosotros mismos; así, incluso careciendo todavía de una u otra de las premisas, la tomamos también como igualmente concedida y deducimos de esta forma la conclusión.

Si observamos que el adversario utiliza un argumento meramente aparente o sofístico podemos anularlo sencil amente atacando su capciosidad y apariencia,

Si el adversario nos conmina a que admitamos algo de lo que inmediatamente se seguirá el problema que se debate en la discusión, nos negamos aduciendo que se trata de una petitio principii,

La contradicción y la discordia motivan la exageración de la tesis. contradiciendo al adversario podemos inducirlo a que lleve fuera de sus límites una afirmación que dentro de el os hubiera podido ser verdadera.

“tanto dije, y no más”.

De las tesis del adversario se infieren a la fuerza, mediante deducciones falsas y deformando los conceptos, tesis que no están allí contenidas y que de ningún modo corresponden a la opinión manifestada por él, sino que, en cambio, son absurdas o peligrosas.

esto valdrá como una refutación indirecta, apagoge;

La epagoge, inductio, requiere una gran cantidad de casos para poder hacer valer un principio universal; a la apagoge le basta con presentar un único caso en el que el principio no es válida para refutarlo;

Un golpe brillante es lo que se conoce como retorsio argumenti [dar la vuelta al argumento]: es decir, cuando el argumento que el adversario quiere utilizar para su defensa puede ser utilizado mejor en su contra.

Si inesperadamente el adversario se muestra irritado ante un argumento, debe utilizarse tal argumento con insistencia; no sólo porque sea el más indicado para irritarle, sino porque es de suponer que se ha tocado la parte más débil de su razonamiento y porque si se sigue por ahí, habrá de obtenerse mucho más de lo que se muestra a simple vista.

Esta estratagema está especialmente indicada para cuando discuten personas doctas ante un público que no lo es. si no se tiene ningún argumentum ad rem y ni siquiera uno ad hominem, se intenta uno ad auditores [al auditorio], esto es, se arguye una observación inválida, cuya invalidez sólo reconoce el experto. si bien el adversario lo es, no así el auditorio:

La gente está en seguida dispuesta a la risa; y se obtiene el apoyo de los que ríen. Para mostrar la nulidad del comentario, el adversario tendría que debatir largamente y remitirse a los principios de la ciencia o a otra cosa por el estilo, con lo que no obtendría fácilmente atención.

Si se advierte que vamos a ser vencidos, [16] hacemos una diversión; es decir, comenzamos repentinamente a hablar de otra cosa totalmente distinta como si tuviese que ver con el asunto en cuestión y constituyese un nuevo argumento en contra del adversario.

Considerada en sentido estricto, la diversión es un estadio intermedio entre el argumentum ad personam, y el argumentum ad hominem.

En la guerra tal diversión es muy útil cuando se hace a tiempo; en las disputas es mala, pues los propios reproches se dejan sin respuesta, y el auditorio llega a conocer lo peor de ambos contrincantes.

El argumentum ad verecundiam [argumento al respeto]. En vez de razones se usan autoridades elegidas a la medida de los conocimientos del adversario.

se tiene un juego fácil si tenemos de nuestra parte una autoridad que el adversario respeta.

En casos de apuro no sólo puede tergiversarse la autoridad, sino también falsificarse o incluso esgrimir alguna de invención propia, pues la mayoría de las veces el adversario no tiene el libro a mano o no sabe cómo consultarlo.

paveant illi, ego non pavebo [quieran los otros temblar, yo no tiemblo],

efectivamente, no existe opinión alguna, por absurda que sea, que los hombres no acepten como propia, si llegada la hora de convencerles se arguye que tal opinión es aceptada universalmente.

La universalidad de una opinión, hablando seriamente, ni constituye una prueba, ni un motivo de la posibilidad de su verdad.

A estas alturas el consenso se convirtió ya en deber.

Resumiendo: muy poco son capaces de pensar, sin embargo todos quieren tener opiniones; y siendo así, ¿no será fácil, en vez de crearlas ellos mismos, tomarlas ya listas de otros?.

No obstante, cuando se discute con gente común puede usarse la opinión universal como autoridad.

Si una persona más inteligente tiene que vérselas con este género, lo mejor que puede hacer es adaptarse a tal arma y utilizarla según los puntos débiles del adversario.

Cuando no se tiene nada que oponer a las razones expuestas por el adversario, uno se declara fina e irónicamente incompetente:

Con esto se insinúa al auditorio, al que se ha tenido en cuenta en todo momento, que lo que se ha dicho es absurdo.

“nosotros no la comprendemos”

nolens volens [quiera o no quiera]

Ambas cosas con la más exquisita cortesía.

Una forma rápida de invalidar o, al menos, hacer sospechosa una afirmación del adversario que no nos conviene es subsumirla bajo una categoría aborrecible con la que pueda tener alguna semejanza, con la que se la relaciona sin más: por ejemplo “esto es maniqueísmo, esto es arrianismo;

“Esto será verdad en la teoría, pero en la práctica es falso”. Mediante este sofisma se conceden las razones, pero se niegan las consecuencias;

Si el adversario no da una respuesta precisa a una pregunta o a un argumento, o no toma posición concreta alguna al respecto, sino que se evade respondiendo con otra pregunta o con una respuesta esquiva o con algo que carece de relación alguna con el asunto en discusión, pretendiendo desviar el tema hacia otra parte, es signo evidente de que hemos tocado (a veces sin saberlo) uno de sus puntos débiles; se trataría por su parte de un enmudecimiento relativo. Urge, pues, mantenernos en el punto que hemos tocado sin soltarlo y más aún cuando no veamos en qué consiste la flaqueza con la que dimos.

En vez de influir en el intelecto con razones, se influye en la voluntad por medio de motivos; de este modo, tanto el adversario como el auditorio, si es que posee los mismos intereses que aquél, se ganan al instante para nuestra opinión, aunque ésta provenga del manicomio. Y es que casi siempre tiene más peso una pizca de voluntad que un quintal de juicio y de persuasión.

Intel ectus luminis sicci non est recipit infusionem a Voluntate et affectibus [el intelecto no es una luz que arda sin aceite, sino que está alimentado por la voluntad y las pasiones,

“agarrar al árbol por la raíz”: comúnmente se la conoce como argumentum ab utili [argumento desde la utilidad].

Desconcertar y aturdir al adversario con absurda y excesiva locuacidad.

Si el adversario es consciente de su propia debilidad y lo oculta, si está acostumbrado a escuchar cusas que no entiende haciendo como si las hubiese entendido, entonces puede impresionársele si con aire de seriedad y haciendo que parezcan verdades profundas, se le espetan los mayores absurdos como si fueran la prueba palpable de lo que se desea defender. Frente a ellos perderá el nido, la vista y el pensamiento.

—Muy bien —dijo Squire— y para empezar por el principio, espero que no me negara que lo que es, es. Si no está usted de acuerdo en esto es inútil que sigamos adelante.

Cuando el adversario, l evando de hecho razón, ha tenido la mala suerte de elegir para su defensa una prueba inadecuada que podemos invalidar fácilmente, damos con eso todo el asunto refutado. En el fondo, lo que hacemos es sustituir un argumentum ad hominen por uno ad rem.

Cuando se advierte que el adversario es superior y se tienen las de perder, se procede ofensiva, grosera y ultrajantemente; es decir, se pasa del objeto de la discusión (puesto que ahí se ha perdido la partida) a la persona del adversario, a la que se ataca de cualquier manera. Puede denominarse a este procedimiento argumentum ad personam, distinguiéndolo así del argumentum ad hominem, que consiste en alejarse del objeto de la discusión atacando alguna cosa secundaria que ha dicho o admitido el adversario. Ad personam, en cambio, se procede abandonando por completo el objeto en discusión y atacando a la persona del adversario; así, uno se torna insolente y burlón, ofensivo y grosero. Se trata de pasar de la apelación de la fuerza del espíritu a la tuerza del cuerpo, o a la bestialidad.

Querrá ahora saberse cual será la contrarregla valedera para la otra parte, pues si también sigue por el mismo camino, la cusa acabará en pelea, o duelo, o en un proceso por injurias.

[Toda alegría del ánimo y todo contento residen en que haya alguien con quien, al compararse, uno pueda tener un alto sentimiento de sí mismo].

(De esto provienen dichos como “antes la honra que la vida”, etc.).

extrema ratio [como último medio]

A eso no se puede responder simplemente con gentileza por nuestra parte. Mucha sangre fría, sin embargo, puede servir de gran ayuda si en cuanto se advierte que el oponente nos ataca ad personam, le respondemos tranquilamente que eso no tiene que ver con el asunto y proseguimos a continuación con las demostraciones para probar su error, sin hacer caso alguno de la ofensa,

no discutir con el primero que salga al paso, sino sólo con aquéllos a quienes conocemos y de los cuales sabemos que poseen la inteligencia suficiente corvo para no comportarse absurdamente, y que se avergonzarían si así lo hiciesen; que discuten con razones y no con demostraciones de fuerza, y que atienden a razones y son consecuentes con el as; y en definitiva, con quienes sean capaces de valorar la verdad, de escuchar con agrado los buenos argumentos incluso de labios del adversario y que posean la suficiente ecuanimidad como para admitir que no tienen razón cuando la otra parte la tiene. De esto se deduce que de entre cien apenas si hay uno con el que merezca la pena discutir. A los demás se les deja que digan lo que quieran, pues desipere est juris gentium [todo el mundo tiene derecho a desbarrar], piénsese además, en lo que dice Voltaire: La paix vaut encore mieux que la vérité [se valora más la paz que la verdad]; y un dicho árabe: “Los frutos de la paz penden del árbol del silencio”. A menudo la discusión -ya que se trata de una “colisión de cabezas”- es de mucha utilidad para ambas partes, pues sirve para la rectificación de las propias ideas y, además, para proporcionar nuevos puntos de vista, si bien, ambos contrincantes deben estar igualados en cuanto a cultura e inteligencia. si a uno de el os le falta la primera, no entenderá todo, no estará au niveau [a la misma altura). Si le falta la segunda, el rencor que sentirá por el o le instigará a actuar deslealmente, con astucia o grosería.

colloquio privato sive familiari [coloquio privado o familiar]

Entre la discusión en colloquio privato sive familiari [coloquio privado o familiar] y la disputatio solemnis publica, pro gradu, etc. [discusión solemne y pública, de categoría] no hay una diferencia esencial. sólo que en esta última se requiere que el respondens siempre deba obtener la razón contra el opponens y, por eso, que, en caso necesario, el praeses le socorra; -y también que en esta última se argumenta más formalmente, se complace en vestir sus argumentos con rigurosidad silogística.

Platón entiende bajo el nombre de dialéctica el uso correcto de la razón y el estar ejercitado en su práctica.

Este uso de los términos lógica y dialéctica como sinónimos se mantuvo también en la Edad Media y a lo largo de la Edad Moderna hasta hoy. Pero en época más reciente se ha utilizado a menudo -sobre todo por parte de Kant- “dialéctica” en un sentido peyorativo como “arte sofístico de la discusión “y de ahí que se prefiera la denominación de “lógica” por ser menos comprometedora.

las leyes del pensamiento, el proceder que sigue la razón (el lógos) dejada a su arbitrio sin cosa alguna que la turbe, en el pensar autárquico de un ser racional, al cual conduce sin error alguno. La dialéctica, en cambio, tendría que ver con la comunicación de dos seres racionales que piensan consecuentemente,

En tanto que razón pura, los dos individuos deberían concordar.

La lógica, ciencia del pensamiento, esto es, la ciencia del proceder de la razón pura, sería así determinable únicamente a priori; la dialéctica, en buena medida, sólo a posteriori; es decir, del conocimiento que se adquiere empíricamente con ocasión de las afecciones del pensamiento puro cuando dos seres racionales piensan a la vez,

en vez de revisar en primer lugar los propios para ver si en ellos se observa algún fallo, presuponga que esto está en el pensamiento del otro; es decir, el ser humano es prepotente por naturaleza;

La dialéctica sería el saber que se ocupa de la técnica de la prepotencia natural y la obstinación innata de los seres humanos.

La controversia, la discusión sobre un asunto teórico, puede ser, sin lugar a dudas, algo muy fructífero para las dos partes implicadas en ella, ya que sirve para rectificar o confirmar los pensamientos de ambas y también motiva el que surjan otros nuevos.

pero también se asemeja al choque de dos cuerpos en el que el más débil l eva la peor parte mientras que el más fuerte sale ileso y lo anuncia con sones de victoria.

au niveau (a la debida altura]

No siendo así, se sentirá enseguida herido en su parte más sensible y, quien dispute con él, notará enseguida que ya no lo hace contra su intelecto, sino contra lo radical del ser humano, es decir, que tiene que vérselas con la voluntad del adversario, que lo único que busca es quedarse con la victoria sea por fas o por nefas.

Así, pues, la segunda regla es que no se debe discutir con personas de inteligencia limitada. Como puede verse, pocos serán aquellos con los que se pueda entablar una controversia; en realidad, sólo debe hacerse con quienes constituyen tina excepción.

en controversia con ellos casi siempre se tendrá algún disgusto, porque no sólo habrá que vérselas con su incapacidad intelectual, sino-además, también con su maldad moral, que habrá de mostrarse repetidas veces en su comportamiento a lo largo de la discusión.

con las que tienen en común que en gran medida son innatas, puesto que su práctica precede a la teoría, es decir, para usarlas es innecesario haberlas aprendido antes.

Aunque sólo se refiere a las discusiones formales académicas en general, la manera que tiene de tratar el tema es superflua e insuficiente, cosa que suele ser normal en ese tipo de productos académicos; además, en un latín excesivamente malo.

pero antes, y también de aquel trabajo, deseo exponer lo que sería el resumen de lo esencial en toda discusión, el andamiaje abstracto comparable al esqueleto, la condición indispensable de toda controversia, es decir, lo que servirá como una osteología de ésta y, que debido a su transparencia y claridad, bien merece que lo exponga aquí.

se presenta una tesis que debe ser refutada. Para lograrlo hay dos modos y dos vías.

sólo con el primero derribamos la verdad absoluta u objetiva de la tesis, en cuanto que demostramos que no coincide con la cualidad de la cusa de la que se habla. aun el otro, en cambio, derribamos únicamente su verdad relativa en cuanto que demostramos que la tesis contradice otras afirmaciones o concesiones de su defensor, o que sus argumentos son insostenibles; con esto queda indeterminada la verdad objetiva de la cosa propiamente dicha. (Por ejemplo: si en una controversia sobre asuntos filosóficos o de ciencias naturales, el adversario (que, naturalmente, tendría que ser un inglés) se permitiera presentar argumentos bíblicos, tendríamos que refutarle con argumentos parecidos aunque no fuesen más que meros argumenta ad hominem, que nada deciden. Es como si se pagase a alguien con su misma moneda

la mera argumentatio ad hominem tiene la ventaja de la brevedad, ya que, con frecuencia, tanto en uno como en otro caso, la verdadera y exhaustiva explicación del asunto sería muy difícil y complicada.

2) Las dos vías son la directa y la indirecta. La primera ataca la tesis en sus fundamentos; la otra, en sus consecuencias. Aquélla demuestra que no es verdad. Esta, que no puede serlo.

a falsitate rationati ad falsitatem rationis valet consequentia (de la falsedad de la consecuencia se sigue la falsedad del fundamento]

Toda forma de ataque en la discusión puede reducirse a la del procedimiento aquí presentado; dichos ataques son a la dialéctica lo que a la esgrima son las estocadas regulares, en tercera, cuarta, etc.

Séptima estratagema[24]: La ampliación. La tesis del adversario se interpreta dándole un sentido más amplio del que él pretendía o incluso del que ha expresado, para luego refutarla cómodamente bajo este sentido.

Octava estratagema: Uso abusivo de la consecutividad. Se añade a la tesis del adversario, a menudo tácitamente, una segunda tesis que está emparentada con aquélla mediante un sujeto o un predicado. De esas dos premisas se saca una conclusión falsa, casi siempre aborrecible, que se atribuye al adversario.

fallacia a dicto secundum qui ad dictum simpliciter [falacia consistente en interpretar en sentido amplio lo que se dijo en sentido restringido).

Novena estratagema: La diversión. Si durante la controversia se advierte que la cosa no va bien y que el adversario lleva las de ganar, se procura evitarlo a tiempo mediante una mutatio controversiae, es decir, desviando la discusión del asunto principal a otro asunto de carácter secundario, y, en caso de apuro, incluso saltando directamente a otra cosa.

de manera que el adversario tenga que dejar a un lado la partida a medio ganar para defenderse de nuevo.

Estas diversiones estratégicas se efectúan con habilidad si se lleva la controversia imperceptiblemente y poco a poco a un asunto emparentado con el objeto en cuestión, a ser posible algo relacionado con él, pero conceptualmente distinto.

De entre todas las estrategias de las que instintivamente se sirven los discutidores desleales, la diversión es la más querida y más utilizada, y casi inevitable en cuanto se ven comprometidos.

De tales estratagemas, reuní y expuse cerca de cuarenta. Pero el examen de todos esos subterfugios que, junto con la tozudez, vanidad e improbidad, aún se hermanan con la cortedad e incapacidad humanas, me resulta ahora repugnante.

y lo que en teoría es un sofisma, en la práctica es una vejación. Las estratagemas de las que hablo son todavía más indignas que los sofismas, pues en ellas la voluntad se pone la máscara de la inteligencia para representar su papel, algo que siempre es abominable.

Pocas cosas despiertan tanta indignación como advertir que alguien carece de intenciones para comprender. Quien no permite que prevalezcan las buenas razones del adversario denota tener, o bien una inteligencia simplemente débil, o bien sometida por el dominio de la propia voluntad, es decir, indirectamente debilitada; de ahí que sólo debamos enzarzarnos con alguien así cuando la condición del oficio u la imposición del deber lo hagan necesario.

Con todo, debo admitir, para darles su parte de razón a los engaños mencionados, que muchas veces podemos actuar apresuradamente al renunciar a nuestra opinión ante un certero argumento del adversario.

Si damos entonces nuestra tesis por perdida puede ocurrir que, con eso, seamos precisamente infieles a la verdad, pues quizás se descubra más adelante que éramos nosotros quienes teníamos razón, pero que, dada la debilidad y escasa confianza en nuestra causa, habíamos cedido ante la impresión momentánea de lo contrario. incluso puede que la prueba con que defendimos nuestra tesis fuera realmente falsa, pero, no obstante, hay otra correcta para defenderla. Ante tal impresión, ocurre que, incluso gentes sinceras y amantes de la verdad, no cedan con inmediata facilidad a un argumento, sino que intenten defender su causa aun cuando la argumentación contraria les haga dudar de su verdad.

Confían en que mientras se defiendan con malos argumentos se les ocurrirán entretanto los buenos, o en que acabarán por advertir la simple falsedad del argumento del adversario.

ya que, de momento, uno no lucha por la verdad sino por su tesis.

Por otra parte, esto es una consecuencia de la incertidumbre de la verdad y de la deficiencia del intelecto humano. Pero también existe el peligro de ir demasiado lejos, es decir, de luchar demasiado tiempo por malas convicciones, de que finalmente nos entorpezcamos, y cedamos a la maldad de la naturaleza humana defendiendo nuestra tesis por fas y nefas, con ayuda de estratagemas desleales;

Que a cada uno le ampare en esto su genio particular y que luego no tenga que avergonzarse.

colocó juntas a la retórica y a la dialéctica, cuyo propósito es la persuasión, tò pizanón; así también, la analítica y la filosofía, cuya meta es la verdad.

Por lo tanto, es el arte de conseguir que algo pase por verdadero, sin preocuparse si en realidad lo es.

3Maquiavelo escribió al príncipe que aprovechase cada instante de debilidad de su vecino para atacarle, porque de lo contrario aquél se aprovecharía a su vez de los suyos.

Se dice fácilmente que debe buscarse únicamente la verdad, sin el prejuicio del amor a la propia opinión; pero no hay que anticipar que el otro también lo haga; ésta es la causa por la que tenemos que abstenernos de pretenderlo.

4Doctrina sed vim promovet insitam [“Sólo la educación agudiza las facultades innatas”. Horacio, Carmina IV, 4, 33].

Aristóteles se esfuerza de forma especial por separar la dialéctica de la sofistica.

Saber si las proposiciones son verdaderas en cuanto a su contenido es algo completamente incierto, pues el criterio para determinarlo no puede tomarse de ellas; tampoco quienes discuten tienen sobre esto la menor certeza, pues incluso la conclusión final de la disputa proporciona al respecto un resultado también incierto.

sin embargo, según la manera de pensar de la gente, esto no es suficiente y, por otra parte, dada la debilidad de su entendimiento, tampoco absolutamente necesario.

sino exclamar con Poncio Pilato “¿qué es la verdad?”; pues veritas est in puteo [la verdad está en lo profundo”], según el dicho de Demócrito (Diógenes Laercio, IX, 72).

Podrá observarse que los Loci son ciertas verdades generales que conciernen a clases enteras de conceptos a los que puede recurrirse en casos en casos concretos para fundar desde el os un argumento, e incluso para apelar a el como universalmente evidente.

experientia docet [la experiencia enseña]

[10]Si contradice una verdad incuestionable, habremos reducido al adversario ad absurdum.

[11]Toda luz puede apagarse /el intelecto es luz /el intelecto puede apagarse.

“Éste es el verdadero comienzo de la dialéctica”

estratagema. Ardid de guerra. Astucia, fingimiento y engaño artificioso. http://dle.rae.es/?id=GxLkM8M #término

ardid. Mañoso, astuto, sagaz. ardido. Artificio, medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento. http://dle.rae.es/?id=3TlwZEY #término

truco/trucar. Cada una de las mañas o habilidades que se adquieren en el ejercicio de un arte, oficio o profesión. Ardid o trampa que se utiliza para el logro de un fin. Ardid o artificio para producir determinados efectos en el ilusionismo, en la fotografía, en la cinematografía, etc. Cencerro grande. truque (‖ juego de naipes). Juego de destreza y habilidad que se ejecuta en una mesa dispuesta a este fin con tablillas, troneras, barras y bolillo. http://dle.rae.es/?id=apU9FQv Disponer o preparar algo con ardides o trampas que produzcan el efecto deseado. Hacer el primer envite en el juego del truque. Hacer trucos en el juego de este nombre y en el de billar. http://dle.rae.es/?id=apHGYvA #término

artimaña. trampa (‖ para cazar animales). martingala (‖ artificio para engañar). industria (‖ maña y destreza). http://dle.rae.es/?id=3rrxZ8I #término

dialéctica. Perteneciente o relativo a la dialéctica. Persona que profesa la dialéctica. Arte de dialogar, argumentar y discutir. Método de razonamiento desarrollado a partir de principios. Capacidad de afrontar una oposición. En un enfrentamiento, apelación a algún tipo de violencia. La dialéctica de las armas. Relación entre opuestos. La dialéctica de vencedores y vencidos. En la doctrina platónica, proceso intelectual que permite llegar, a través del significado de las palabras, a las realidades trascendentales o ideas del mundo inteligible. En la tradición hegeliana, proceso de transformación en el que dos opuestos, tesis y antítesis, se resuelven en una forma superior o síntesis. Serie ordenada de verdades o teoremas que se desarrolla en la ciencia o en la sucesión y encadenamiento de los hechos. http://dle.rae.es/?id=DeWShVH #término

engañoso/engaño/engañar. Hacer creer a alguien que algo falso es verdadero. U. t. c. prnl. No te engañes: lo ha hecho a propósito. Seducir a alguien con halagos y mentiras. Dicho de una persona: Ser infiel a su pareja. Sospecha que su marido la engaña. Producir ilusión, sobre todo óptica. La altura de aquellos montes engaña a quienes los ven desde aquí. Aliviar momentáneamente una sensación o necesidad, o hacer que disminuya. Engañan el hambre comiendo chicle. Hacer más apetitoso un alimento. Con el tomate voy engañando la carne. equivocarse (‖ tomar desacertadamente por cierto). http://dle.rae.es/?id=FLBt4CJ #término

fas/nefas. Justa o injustamente. Por una cosa o por otra. http://dle.rae.es/?id=HekW6Bg #término

innato. Connatural y como nacido con la persona misma. #término

charlatanería/charlatán. locuacidad. Que habla mucho y sin sustancia. Hablador indiscreto. embaucador. Persona que se dedica a la venta ambulante y anuncia a voces su mercancía. http://dle.rae.es/?id=8cceyPz #término

improbidad. Falta de probidad. http://dle.rae.es/?id=L7cGpYr #término

probidad/probo. honradez. #término

fuero. Jurisdicción, poder. Fuero eclesiástico, secular. En España, norma o código históricos dados a un territorio determinado. Los fueros de Navarra y del País Vasco. Compilación de leyes. Fuero Juzgo. Fuero Real. Cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una comunidad, a una provincia, a una ciudad o a una persona. Privilegio, prerrogativa o derecho moral que se reconoce a ciertas actividades, principios, virtudes, etc., por su propia naturaleza. U. m. en pl. Defender los fueros de la poesía, del arte, de la justicia, de la razón. Arrogancia, presunción. Competencia a la que legalmente están sometidas las partes y que por derecho les corresponde. Competencia jurisdiccional especial que corresponde a ciertas personas por razón de su cargo. Fuero parlamentario. Lugar o sitio en que se hacía justicia. http://dle.rae.es/?id=IYqmDg8 #término

tozudo. Obstinado, testarudo. http://dle.rae.es/?id=aBQFH5g #término

astucia/astuto. Agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin. Que implica astucia. http://dle.rae.es/?id=47D7owW #término

malignidad/maligno. Propensión del ánimo a pensar u obrar mal. Cualidad de maligno. #término

airosamente/airoso. Con aire, garbo o gallardía. Caracterizado por tener mucho viento. Garboso o gallardo. Que lleva a cabo una empresa con honor, felicidad o lucimiento. http://dle.rae.es/?id=1LK012n #término

rúbrica. Rasgo o conjunto de rasgos, realizados siempre de la misma manera, que suele ponerse en la firma después del nombre y que a veces la sustituye. Epígrafe o rótulo. En los libros litúrgicos, cada una de las reglas que enseñan la ejecución y práctica de las ceremonias y ritos de la Iglesia católica. Conjunto de las rúbricas. Señal encarnada o roja. #término

tazón. Recipiente comúnmente mayor que una taza, de contorno aproximadamente semiesférico, a veces con un pie diferenciado y generalmente sin asa. Receptáculo donde cae el agua de las fuentes. jofaina. http://dle.rae.es/?id=ZHbClpj #término

usual. Común o habitual. Dicho de una cosa: Fácil de usar, de hacer o de entender. http://dle.rae.es/?id=bBpfGS1 #término

osteología. Parte de la anatomía que trata de los huesos. http://dle.rae.es/?id=RJBICl1 #término

amplificación/amplificar. ampliar (‖ extender, dilatar). Aumentar la amplitud o intensidad de un fenómeno físico mediante un dispositivo o aparato. Emplear la amplificación retórica. http://dle.rae.es/?id=2Rxhurf #término

exagerar/exageración. Encarecer, dar proporciones excesivas. Decir, representar o hacer algo traspasando los límites de lo verdadero, natural, ordinario, justo o conveniente. #término

nimio. Dicho generalmente de algo no material: Insignificante, sin importancia. Dicho generalmente de algo no material: Excesivo, exagerado. Prolijo, minucioso, escrupuloso. http://dle.rae.es/?id=QVRWQHr #término

homonimia/homónimo. Dicho de una persona o de una cosa: Que, con respecto de otra, tiene el mismo nombre. Dicho de una palabra: Que se pronuncia como otra, pero tiene diferente origen o significado muy distante; http://dle.rae.es/?id=KbriIov #término

obcecado/obcecar. Cegar, deslumbrar u ofuscar. http://dle.rae.es/?id=QlwO4v7 #término

insolencia/insolente/insolentar. Que comete insolencias. Orgulloso, soberbio, desvergonzado. Raro, desusado y extraño. http://dle.rae.es/?id=LlhDSbw #término

aborrecer/aborrecible/aborrecido. Tener aversión a alguien o algo. Dicho de algunos animales, y especialmente de las aves: Dejar o abandonar el nido, los huevos o las crías. aburrir (‖ molestar). aburrir (‖ exponer, perder o tirar algo). http://dle.rae.es/?id=092gyEk #término

espetar. Atravesar con el asador, u otro instrumento puntiagudo, carne, aves, pescados, etc., para asarlos. Atravesar, clavar, meter por un cuerpo un instrumento puntiagudo. Decir a alguien de palabra o por escrito algo, causándole sorpresa o molestia. Me espetó una arenga, un cuento, una carta. Ponerse tieso, afectando gravedad y majestad. Encajarse, asegurarse, afianzarse. http://dle.rae.es/?id=Ga2G1WB #término

vulgo/vulgaridad. Común o conjunto de la gente popular. Conjunto de las personas que en cada materia no conocen más que la parte superficial. mancebía (‖ casa de prostitución). vulgarmente (‖ comúnmente). #término

plebe. Clase social más baja. En la antigua Roma, clase social que carecía de los privilegios de los patricios. En el pasado, clase social común, fuera de los nobles, eclesiásticos y militares. http://dle.rae.es/?id=TO5Tg3q #término

floritura. Adorno, especialmente el aparatoso o complicado. Adorno en el canto. http://dle.rae.es/?id=I7dbp38 #término

patraña. Invención urdida con propósito de engañar. Relato breve de carácter novelesco. http://dle.rae.es/?id=SAuMlOF #término

consenso. Acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos. http://dle.rae.es/?id=AP0O6TO #término

litigio/litigar. Pleito, altercado en juicio. Disputa, contienda. http://dle.rae.es/?id=NRQwuwn #término

ecléctico/eclecticismo. Adopción, en el juzgar u obrar, de una postura intermedia entre doctrinas o actitudes diversas. Combinación de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades. Eclecticismo arquitectónico. Escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas. http://dle.rae.es/?id=EKLBSQr #término

maniqueísmo. Religión sincrética fundada por el persa Manes en el siglo III, que admitía dos principios creadores en constante conflicto: el bien y el mal. peyor. Tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo. http://dle.rae.es/?id=OEQAiS2 #término

arrianismo. Doctrina de Arrio, que negaba la consustancialidad del Verbo y, por tanto, la divinidad de Cristo. http://dle.rae.es/?id=3k4OZkS #término

pelagianismo. Doctrina de Pelagio, heresiarca del siglo V que negaba que el pecado de Adán se hubiese transmitido a su descendencia. Conjunto de los seguidores del pelagianismo. #término

locuacidad/locuaz/elocuente. Que habla mucho o demasiado. loco (‖ que ha perdido la razón). http://dle.rae.es/?id=NYRUJpJ #término

absurdo. Contrario y opuesto a la razón, que no tiene sentido. Extravagante, irregular. Chocante, contradictorio. Dicho o hecho irracional, arbitrario o disparatado. http://dle.rae.es/?id=0DERMh7 #término

heterodoxo. Que se aparta de la doctrina oficial de una religión. Discrepante de la doctrina fundamental de un sistema político, filosófico, etc. Disconforme con hábitos o prácticas generalmente admitidos. http://dle.rae.es/?id=KGt94IF #término

entimema. Silogismo abreviado que, por sobrentenderse una de las premisas, solo consta de dos proposiciones, que se llaman antecedente y consiguiente; http://dle.rae.es/?id=FiDoAs1 #término

ontológico/ontología. Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales. http://dle.rae.es/?id=R5B0YYh #término

metafísica. Perteneciente o relativo a la metafísica. Oscuro y difícil de comprender. Persona que profesa la metafísica. Parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras. Modo de discurrir con demasiada sutileza en cualquier materia. Cosa que se discurre con demasiada sutileza. http://dle.rae.es/?id=P4filyH #término

ecuanimidad/ecuánime. Igualdad y constancia de ánimo. Imparcialidad de juicio. http://dle.rae.es/?id=EMW6UwC #término

desbarrar. Deslizarse, escurrirse. Discurrir fuera de razón. Errar en lo que se dice o hace. http://dle.rae.es/?id=CY1TdYo CY2EL4n #término

autárquico/autarquía. Dominio de sí mismo. http://dle.rae.es/?id=4QWqnmd #término

palestra. En la Antigüedad clásica, lugar donde se lidiaba o se luchaba. Lugar donde se celebran ejercicios literarios públicos o se discute u organiza una controversia. http://dle.rae.es/?id=RXaG1YZ #término

gnaros. #término

tino. Hábito o facilidad de acertar a tientas con lo que se busca. Acierto y destreza para dar en el blanco u objeto a que se tira. Juicio y cordura. Moderación, prudencia en una acción. http://dle.rae.es/?id=ZnTGQp4 ZnV5pd5 ZnVUGwD #término

embate. Golpe impetuoso de mar. Acometida impetuosa. Viento fresco y suave que reina en el verano a la orilla del mar. Vientos periódicos del Mediterráneo después de la canícula. http://dle.rae.es/?id=Ec0a9M1 #término

adscribir/adscrito. Hacer figurar algo entre lo que corresponde a una persona o a una cosa. Asignar a una persona a un servicio o a un destino concretos. http://dle.rae.es/?id=0qH3Gt5 #término

subterfugio. Efugio, escapatoria, excusa artificiosa. http://dle.rae.es/?id=YanQJrm #término

sofisma/sofista. Razón o argumento falso con apariencia de verdad. http://dle.rae.es/?id=YDmODFR #término

vejar. Maltratar, molestar, perseguir a alguien, perjudicarle o hacerle padecer. Dar vejamen (‖ reprensión satírica y festiva). http://dle.rae.es/?w=vejar

vejamen. Acción y efecto de vejar. Composición poética de carácter satírico y festivo en que se ponen de manifiesto y se ponderan los defectos físicos o morales de alguien. Discurso o composición poética de índole burlesca, que con motivo de ciertos grados o certámenes se pronunciaba o leía en las universidades y academias contra quienes en ellos tomaban parte.

vejación. Acción y efecto de vejar. Hacer algún sacrificio, con daño de sus intereses o de su persona, para evitar otro daño o gravamen mayor. http://dle.rae.es/?w=vejación

apodíctico. Incondicionalmente cierto, necesariamente válido. http://dle.rae.es/?id=3Ds8yLK http://dle.rae.es/?w=apodíctico #término

persuasión/persuadir. Inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo. http://dle.rae.es/?id=SkPKUg0 #término

erístico. Dicho de una escuela filosófica: Socrática, establecida en Mégara, ciudad griega situada al oeste de Atenas, y caracterizada por su inclinación al procedimiento dialéctico y a la controversia. Perteneciente o relativo a la escuela erística. Que abusa del procedimiento dialéctico hasta el punto de convertirlo en vana disputa. http://dle.rae.es/?id=G2UhjnE #término

TÉRMINOS

estratagema, ardid, truco, artimaña, dialéctica, engañoso, fas, nefas, innato, charlatanería, improbidad, probidad, probo, fuero, tozudo, astucia, astuto, malignidad, airosamente, airoso, rúbricas, tazón, usual, osteología, amplificación, exagerar, nimio, homonimia, homónimo, obcecado, obcecar, insolencia, insolente, aborrecer, aborrecible, espetar, vulgo, vulgaridad, plebe, floritura, patraña, consenso, litigio, litigar, ecléctico, eclecticismo, maniqueísmo, arrianismo, pelagianismo, locuacidad, locuaz, absurdo, heterodoxo, entimema, ontológico, ontología, ecuanimidad, ecuánime, desbarrar, autárquico, autarquía, palestra, gnaros, tino, embate, adscribir, adscrito, subterfugio, sofisma, sofista, vejación, vejámen, vejar, persuasión, persuadir, apodíctico, erístico.

REFERENCIAS